Ahora hacemos que tú jugabas a cartas
y que yo llegaba a la cafetería por casualidad y te saludaba. Hola
qué tal, cuánto tiempo. Cómo están tus padres? Cuándo has
llegado? Hace unas semanas vi a tu hermana en el mercado y me dijo
que estabas fuera. Te lo contó? Ahora hacemos que me das la mano y me
dices que me siente contigo y yo te digo que no quiero molestar. Tú
haces que no es molestia y que me siente, que te alegra verme.
Vale, jugamos a que yo me siento y me
pido un zumo de limón y tú le dices al camarero que lo sirva con el
azúcar a parte y yo me sonrío porque te has acordado. Te ofrezco un cigarro y me dices que ya
no fumas y te digo que si lo has dejado por cuidarte y me dices que
más bien porque es muy caro. Ya, hago como que te entiendo pero en realidad aquí los precios siguen siendo los mismos,
así que imagino que es una de esas bromas que hacen los que se han
ido y vuelven.
Pues hacemos que jugamos a cartas los
dos. Así hablamos de las reglas del juego y dejamos de lado todo lo
nuevo que te ha pasado y lo viejo que me pasa. Repartes las cartas y
te digo que no se vale hacer trampas. Abres con una carta baja y yo
cambio de palo, te toca pillar, dos veces porque te habrán salido
cartas malas. Te gano la partida muy rápido, hace tiempo que no
jugaba me dices. Te falta práctica, te respondo. Hacer como que
jugamos a cartas es aburrido. No te sabes las reglas y a mi me falta
paciencia para explicártelas otra vez.
Bueno haremos otra cosa, vamos a
inventarnos otro juego. Jugaremos nuevo. Me pongo las cartas en la
cabeza, vale? Vale. Ahora tienes que escoger una. Vale? Vale. Y
tienes que adivinar qué estoy pensando. Vale? Vale. Estás pensando
que estoy gordo. No, eso no. Un poco, pero no he pensado eso. Más
bien que estás moderno. Te ríes. Ahora tú, ponte las cartas en la
cabeza. Pillo un tres de picas. Estás pensando que me hecho vieja.
No exactamente pero sí que he pensado que estás diferente, como más
adulta pero bien. Ya bueno, vieja. Nos reímos un poco y es mi turno.
Haré como que escojo una carta con mucho cuidado y te tocaré el
pelo, antes lo tenías más rizado, bueno antes tenía más pelo. Ha
salido un as de corazones, tenía que salir. Estás pensando que me
tienes que contar lo de tu novia nueva. En realidad no, porque no
tengo, me dices, el juego era para eso?
Un poco, pero hagamos como que no nos hemos dado cuenta. Se te caen
tres o cuatro cartas de la coronilla y tenemos que empezar la partida
de nuevo.
Ahora hacemos que nos hemos cansado de
estar en la cafetería y que en realidad no teníamos planes. Hacemos
una pausa en el juego y me dices si me apetece ir a dar una vuelta. Y
yo te digo que claro, vayamos al paseo y así te enseño todas las
cosas nuevas que han construido. No pillas la broma, casi todo sigue
dónde estaba. Haces como que lo entiendes pero se te ha puesto cara
de guiri, y no sé si me hace gracia o me hace pena. No nos está
saliendo bien, tienes que concentrarte . Ok, caminamos. Vamos a hacer
el recorrido de siempre pero como si nada. Te acuerdas de esa vez que
caminamos de noche y a medida que avanzábamos se apagaban las
farolas? No, bueno sí un poco. Yo me busco el bolsillo de la falda y
tú te abrochas la chaqueta. Me había olvidado de que aquí también
hace frío. Sigue habiendo goteras en tu casa? No, es que me mudé,
ahora vivo en otro barrio. Es normal, hacía mucho frío en tu casa.
A veces, pero nos apañábamos. Esta broma tampoco la entenderás,
no es la cara de guiri es la cara de haberte olvidado.
Si quieres podemos pasar y te la
enseño. Sigues compartiendo? No, ahora vivo sola, pero me gusta que
vengan amigos. Podemos cocinar algo y nos tomamos un zumo. O podemos
pillar unas cervezas. Mira, han renovado el bar que había en esta
esquina. Ese bar molaba mucho, siempre venía aquí a pasar la tarde.
Y yo hacía como que me gustaba venir a leer, pero era por si te
encontraba y me invitabas a algo. En serio? Un poco sí, pero ahora
ya me he acostumbrado y vengo de verdad, me siento a leer y a veces
escribo. Durante una temporada había un chico que se parecía mucho
a ti, y siempre me asustaba cuando le veía de espaldas. Hace tiempo
que no le veo, y bueno, se parece a ti de antes, ahora no se
parecería.
Hacemos que nos parece muy normal lo
de subir a casa y hacemos que estamos tranquilos. Hacemos que hacemos
bromas y tu haces que miras los libros y las fotos. Te quitas la
chaqueta y comentas los pósters de las exposiciones viejas. Te
recuerdo que siempre discutíamos sobre las exposiciones que se
hacían en la ciudad y te pregunto si has visto algo interesante
últimamente. Me dices que sí, pero que en realidad te parece todo
bastante postizo en tu ciudad nueva, te digo que antes decías lo
mismo de lo que pasaba aquí y me dices que a lo mejor no has
cambiado tanto. Me fijo en tus zapatos y me acuerdo de las botas feas
que llevabas siempre. Eran feas pero muy cómodas, estas son nuevas
pero no me acostumbro. Ves, ya te he dicho que te habías vuelto
moderno. Yo me río, pero tú no.
Hacemos pasta al horno, con mucha
bechamel. Esto no ha cambiado. Ya no eres vegetariano? Tampoco es que
lo fuera mucho. Haces como que me pasas el cuchillo y me tocas la
mano. Hago como que no me doy cuenta y toco el hombro camino de la
nevera. Haces como que huele muy rico y hago como que me lo creo.
Ahora hacemos que nos lo vamos a comer todo y que estamos la mar de
bien, hablando de las cosas que has estado haciendo y yo no te cuento
nada porque me parece que no he hecho nada interesante. Nos sentamos
en el balcón, tu balcón de antes era más pequeño, mi balcón de
antes tenía mejores vistas.
Hemos hecho como se ha hecho tarde sin
enterarnos. Y hago como que si quieres te puedes quedar a dormir.
Haces como que no se te había ocurrido la idea y bueno, te quedas.
Nos partimos la última lata de la nevera y me enciendo un cigarro. Y
haces como si me ayudaras apartándome el pelo. Y hago como si el
beso que vamos a darnos fuera por sorpresa.
Ahora hago como si supiera por dónde
vas a seguir, pero desnudas diferente y hago como que no se me hace
raro. Hacemos como si siempre, primero muy rápido y después muy
despacio. Me abrazas y te abrazo. Como si nos fuéramos a dormir
ahora mismo pero no. Me escuchas respirar y respiro como a tu ritmo
para que parezca que me estoy durmiendo. Respiras al ritmo de quien
ya no fuma y yo necesito respirar más veces para tener la misma
cantidad de oxígeno.
Hacemos como que soñamos, pero sólo nos
hemos dormido.
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