16 d’abr. 2013

Faro de Mamelles

Foto Gonçal Calvo Pérez

Al faro siempre se llega sudando por un trayecto pespunteado de mar, untándose de salitre hasta llegar al canalillo de Les Mamelles. Dos montículos avejentados de señora con secretos separados por una carretera vieja. Un par de colinas dónde asoma erecto el orgullo mandatario.
A un lado, el monumento del renacimiento africano. Un renacimiento que nació muerto tras una inseminación de dineros coreanos. Dineros de banco de esperma, de banco de imágenes de esplendor monumental recalentado. Un aborto hecho estatua. Un delirio de grandeza que observa desdeñoso el horizonte incierto de la banlieue dakariana. Una banlieue que responde con orgullo de arena a la mirada muerta de semejante cúmulo de granito.
Al otro lado el faro, francófono y descascarillado.