30 de maig 2011

brúixola

quan els objectius ens fan perdre el nord

quan l'arrogància tècnica ens fa perdre le temps

quan l'esperança ens fa cercar revolucions d'ultramar

quan l'esperit de superació ens fa tremolar les pestanyes


aleshores fugim


cap al Sud per emboirar-nos la raó

cap al Sud per estructurar-nos la humiltat

cap al Sud per desanimar-nos a cops de burocràcia

cap al Sud per embrutir-nos amb somriures desdentats


havent oblidat


que la raó no es l'objectiu

que la humiltat és el més vell mètode

que la revolució és mantenir l'ànim despert

que la bellesa desenfocada rau en estimar els detalls


malgrat aquest Nord desorientat

27 de maig 2011

señor policía


Si pegan es que importa.
El problema es que al señor policía le importa poco.
Será que no tiene hipotecas que pagar, el señor policía.
Será que las escuelas públicas de sus hijas son las mejores.
Será que su madre come caviar cada día desde que enviudó.
Será que su esposa no se ha visto nunca discriminada por razón de género.
Será acaso que su novio puede gritar alto y claro que está enamorado de un policía.
Será que cuando llegan las elecciones vota siempre y sin dudarlo.
Será que no teme perder su trabajo.
Será que él, el señor policía, vive en el mejor de los mundos posibles,
lástima que sea en otro planeta.
O será que ha olvidado que tiene derecho a pensar por si mismo y decir que no,
que no quiere embrutecerse haciéndole el trabajo a otros.
O será que, simplemente, a él no le importa.

26 de maig 2011

entre el suelo y la lona

Hay quien afirma que se están abriendo brechas entre en el Sol. Que tenemos que decidir si tenemos los pies en la tierra o la cabeza en las nubes. Ésa es una pregunta con trampa.

El suelo:

Las plazas ya existían antes que las llenáramos. Las transitábamos afanados en nuestros recorridos entre dos puntos. Como un entretenimiento con fuentes, bancos, parterres, bocas de metro y palomas cagonas. Plazas que existían solamente de camino a alguna parte.

Pero un día nos sentamos en la Plaza y empezamos a llenar el espacio público de contenido. Nos paramos a discutir sobre lo obvio, a pensar acerca de lo indiscutible. A pisar el pavimento de la plaza con los pies descalzos.

Reaprendemos derechos que ya teníamos y habíamos olvidado: ciudadanía, voto, pluralidad, trabajo digno, libertad, democracia. Y mientras discutimos acerca de quiénes somos y quiénes queremos ser, nos damos cuenta que la Plaza de mi barrio es particular. Inimitable con sus bancos y sus fuentes y sus palomas cagonas. Y los parterres afrancesados devienen huertos honrados, porque no sólo de geranios vive el hombre.

Tocar con las manos lo ya adquirido no es una pérdida de tiempo. La tierra de los huertos se nos quedará bajo las uñas y poco a poco dejará de temblarnos la voz cuando hablemos ante otros. En la Plaza hemos aprendido algo que ya sabíamos y habíamos olvidado: tenemos derechos y deberes; tenemos una Plaza y muchas calles. Hay un suelo bajo nuestros pies y no podemos caer más bajo.

La lona:

Un día empezó a llover y decidimos que eso no iba a pararnos. Nos organizamos para construir castillos de lona en el aire. Observamos las manos de los demás, descubrimos que contábamos entre nosotros con verdaderos ingenieros de la precariedad e inventamos nuevos nudos marineros. Construimos una ciudad efímera con vigas de cuerda, suelos de cartón y sin paredes. Para poder observarnos y perder la vergüenza. Para hablarnos y tocarnos.

Esta lección magistral de arquitectura no se acaba en las calles circundantes, no se agota en las asambleas y las comisiones. En la Plaza ya sabemos que podemos, ahora tenemos que intentarlo en el barrio y en el trabajo, en la escuela y en el bar, en la cocina y en la cama.

La arquitectura de la Plaza no se escribe en manifiestos, se traduce en procedimientos de toma de palabra bajo la lona. En la información compartida y en los debates que vuelan pío-pío por cielos binarios. La democracia real, ya son procedimientos mutantes y orgullosos. Que la lona no nos impida ver el Sol.

El suelo ya es nuestro, ahora queremos el cielo.

23 de maig 2011

Desde un banco de la Plaza

Hola reina,
Puesto que parece ser que a veces una mirada lejana ayuda a ubicarse, me atrevo a escribirte este correo. Si quieres tómalo como un abrazo político para calentarte en Plaza Cataluña o como mi manera de estar en la asamblea, habiendo pasado antes por tu cerebro.

Perder las elecciones ganando la calle:

Vota pequeño, dolerá menos.

Curiosamente desde que prendió la mecha de las plazas he pensado muy poco en las elecciones. Me ha sorprendido ver a tanta gente compartiendo sus argumentos para defender o denunciar el mecanismo del voto, explicando la diferencia entre el voto útil, nulo, en blanco, la abstención, etc.

Yo he votado siempre (o casi). Cada vez me resulta más difícil decidir a quién, pero más difícil me resulta renunciar voluntariamente a un sencillísimo movimiento de muñeca que tanto ha costado conseguir. Esta lealtad metodológica respecto al derecho de voto es algo que debe refundarse y dotarse de contenido constantemente.

Hay que tener muy presente que el voto es solamente un mecanismo para trasladar opiniones y posicionamientos. En este sentido, nos hallamos en una situación en qué las preguntas que se plantean son tantas y tan complejas que es probable que el voto se quede corto para expresarlas todas. De hecho tengo la impresión que se está invirtiendo la lógica del proceso electoral: ya no se trata de votar para posicionar tus respuestas en un ránking de porcentajes, se trata de votar para decidir a quién quieres hacerle tus preguntas.

Es cierto, los partidos de izquierdas han perdido las elecciones municipales y autonómicas. Y tan simplista es achacarlo a las acampadas como proclamar que las elecciones nada tienen que ver con la democracia real, ya.

Puesto que también es cierto que nosotros hemos ganado las elecciones. Las ganamos el 15 de mayo antes de media noche cuando decidisteis que nos quedábamos a dormir en la plaza y que todo el mundo estaba invitado. Que esto es como el amor, quién lo probó lo sabe.

Llenar el vacío

Dicen que a partir de hoy se abre le abismo. Los que defienden esta versión de los hechos han pasado de puntillas por el significado profundo de la ocupación de plazas. Somos un movimiento espasmódico, permanentemente discontinuo que emerge cada vez más a menudo (0'7%, No al BM!, No a la guerra. 13M de 2004, V de Vivienda, etc.).

A diferencia de la política tradicional, esta especie de Guadiana social atrapa a quiénes se mojan los pies. Hemos pasado por la plaza y no podemos quitarnos de la cabeza lo que allí hemos visto, las palabras que hemos oído. Puede que incluso hayamos perdido por primera vez el miedo a hablar ante mucha gente desconocida. La electricidad de la euforia colectiva nos la la fuerza para deshacernos de la falta de autoestima ciudadana, la que nos hace creer que no somos suficientemente expertos como para gobernarnos. Cuando los fundamentos teóricos de la democracia reposan precisamente sobre la asunción que todos los ciudadanos y ciudadanas tenemos la capacidad de decidir lo que más conviene para el bien común.

La autoestima que hace que si nos preguntan de dónde venimos a estas horas de la noche podamos responder sin vergüenza que venimos de una asamblea. Y sentirnos lo suficientemente fuertes como para seguir respondiendo las preguntas de los incrédulos y preguntando a los convencidos. No tenemos respuestas pero hemos entendido que tenemos muchas preguntas. Yo añadiría además que estamos entendiendo que no hay ningún experto a quién no le tiemblen las piernas ante el panorama que se nos viene encima. Más aún, en caso que existiera un tal experto de sangre fría yo no quiero que decida mi futuro.

Nos hemos llevado la política a la plaza. Ahora toca meterse la plaza en el bolsillo y plantarla en el comedor, en la habitación, en el metro, en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en el colegio, en la tienda, en la playa. Porque si bien es cierto que el perfil de las personas que entran en la plaza es cada día más diverso, no se puede olvidar que todavía hay muchísimas personas que no se sienten interpeladas por lo que allí acontece. No ignoremos a aquellos que han votado al PP o a CiU o a PxC o la PSOE porque también ellos se quedarán sin subsidio de desempleo y sin sanidad pública y sin escuelas de cualidad. Y la inmensa mayoría de estos votantes son nuestros vecinos, compañeros de trabajo, de vagón de tren.

Recuperar las palabras

El sistema no existe, los fantasmas no existen. Solo existe el miedo (…) No puede existir el sistema por encima de lo que la gente ve y sabe. El sistema solo existe cuando cerramos los ojos y nos quedamos ciegos. El sistema se desmonta a golpe de preguntas.

Para poder preguntarle a la gente que tiene miedo de hablar es preciso recuperar las palabras. Palabras grandes que contienen lo que nosotros queramos. Sistema, Democracia, Crisis, Plaza, Representación, Participación. Palabras que no podemos escribir sin letras, soluciones que no podemos proponer si entender los problemas.

En ello andamos. Decidiendo por dónde debe salir el Sol. Este es el impacto real que por el momento ha tenido la Democracia Real, Ya. Posibilitar que muchas personas puedan mantener entre sí discusiones que nos habíamos dejado robar: rescates financieros, modelos de ciudad, transporte público, paro juvenil, ajuste estructural, pensiones de viudedad, reformas constitucionales.

Perdiendo el miedo a un ridículo que le regalamos a los que pretendan apropiarse de nuestras palabras sin entender que no se trata de ganar la alcaldía la noche de las elecciones, sino de estar dispuesto a trabajar con un una ciudadanía que opina a cada paso del camino.

Vendrán tiempos muy complicados, nos hablan de recortes y de sacrificios. No es casual que quiénes nos lo proponen se autodenominen el Gobierno de los Mejores, recordándonos así que nosotros no somos capaces de entenderlo, que no sabemos leer sus informes, que no hablamos idiomas, que no sabemos qué nos pasa.

Esta semana hemos descubierto que el malestar es un bien común que aumenta su valor en cada uso, que se perfecciona compartiéndolo, que los libros son mejores cuando los comentas con los demás, que la magia del poema está en la relectura que
Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas
Malos


Defender la alegría

Nos preguntarán por qué estamos enfadados. Nos pedirán propuestas concretas. Nos instarán a qué adoptemos una forma determinada. Y a mi sólo se me ocurre responder que este movimiento tiene una forma tan concreta como todas las personas que lo componen.

Tiene la cara y las manos de todos y todas las manifestantes que se han parado a discutir en la plaza de su pueblo. Y los oídos abiertos de quiénes lo seguimos desde lejos y lo multiplicamos por todo el mundo.

Mi propuesta es la alegría.

De saber que no encajo en el sistema porque el sistema es tan pequeño que no me cabe dentro.

De tener ganas de llegar a casa para ver qué ha pasado en mi calle.

De sentarme a llenar una hoja en blanco para contarte cuán orgullosa estoy.

La alegría de saber que nos equivocamos y nos excitamos y nos deshinchamos y plantamos tiendas de campaña y para después desplantarlas. Queridos sabios venerables, hace tiempo que sabemos que los movimientos se acaban y las revoluciones se pervierten, pero no estamos hablando de esto. No se trata de materialismo histórico sino de ilusión sistemática. Estamos hablando de

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.


Des del banc de la Plaça

Hola reina,
Com que em sembla que a vegades una mirada llunyana ajuda a situar-se, m’atreveixo a escriure’t aquest mail. Si vols, pren-te’l com una abraçada política per escalfar-te a plaça Catalunya o com la meva manera d’estar a l’assemblea havent passat abans pel teu cervell.

Perdre les eleccions guanyant al carrer

Vota petit, farà menys mal.
Curiosament, des que va encendre’s la metxa de les places he pensat molt poc en les eleccions. M’ha sorprès veure tanta gent compartint els seus arguments per defensar o denunciar el mecanisme del vot, explicant la diferència entre el vot útil, nul, en blanc, l’abstenció, etc.
Jo he votat sempre (o gairebé). Cada vegada se’m fa més decidir a qui, però em resulta encara més difícil renunciar voluntàriament a un moviment de canell simplíssim que ha costat tant d’aconseguir. Aquesta lleialtat metodològica respecte el dret a vot és quelcom que s’ha de fonamentar i dotar constantment de contingut.
Cal tenir molt present que el vot és només un mecanisme per traslladar opinions i posicionaments. En aquest sentit, ens trobem en una situació en què les preguntes que es plantegen són tantes i tan complexes que és probable que el vot es quedi curt per encabir-les totes. De fet, em fa la impressió que s’està invertint la lògica del procés electoral: ja no es tracta de votar per posicionar les teves respostes en un rànking de percentatges, es tracta de votar per decidir a qui vols fer-li les teves preguntes.
És cert, els partits d’esquerres han perdut les eleccions municipals i autonòmiques. I tan simplista és adduir que la derrota es deu a les acampades, com proclamar que les eleccions no tenen absolutament res a veure amb la democràcia real, ja.
Ja que també és cert que nosaltres les hem guanyades. Les vam guanyar el 15 de maig abans de mitja nit quan vàreu decidir que ens quedàvem a dormir a la plaça i que tothom hi estava convidat. Que això és com l’amor, quién lo probó, lo sabe.

Omplir el buit

Diuen que a partir d’avui s’obre l’abisme. Els qui defensen aquesta visió de les coses han passat de puntetes pel significat profund de l’ocupació de places. Som un moviment espasmòdic, permanentment discontinu que emergeix cada vegada més sovint (0.7%; No al BM!, No a la guerra, 13M de 2004, V-de Vivienda, etc.).
A diferència de la política tradicional, aquesta mena de Guadiana social atrapa als qui hi suquem el peus. Hem passat per la plaça i no ens podem treure del cap allò què hi hem vist, les paraules que hem escoltat. Potser fins i tot hem perdut per primera vegada la por a parlar davant de molta gent desconeguda. L’electricitat de l’eufòria col•lectiva ens dóna força per desfer-nos de la manca d’autoestima ciutadana, aquella que ens fa pensar que no som prou experts per governar-nos. Quan els fonaments teòrics de la democràcia reposen precisament sobre l’assumpció que tots els ciutadans i ciutadanes tenim la capacitat de decidir què és allò que ens convé pel bé comú.
L’autoestima que fa que quan et preguntin a casa d’on véns a aquestes hores puguis respondre sense vergonya que véns d’una assemblea. I sentir-te prou fort per continuar la conversa responent a les preguntes d’incrèduls i seguir preguntant als convençuts. No tenim respostes, però hem entès que tenim moltes preguntes. Jo afegiria que, a més, estem entenent que no hi ha cap expert a qui no li tremolin les cames davant del panorama que ens espera. És més, en cas que aquest expert de sang freda existís, jo no vull que decideixi el meu futur.
Hem portat la política a la plaça, ara toca endur-se la plaça a la butxaca i plantar-la al menjador, a l’habitació, al metro, a la feina, a l’escala de veïns, a l’escola, a la botiga, a la platja. Perquè, si bé és cert que cada vegada és més divers el perfil de les persones que entren a la plaça, no es pot oblidar que n’hi ha moltíssimes que no se senten interpel•lades pel què hi passa. No ignorem a aquells qui han votat al PP o a CiU o a PxC o al PSOE perquè ells també es quedaran sense subsidi d’atur i sense sanitat pública i sense escoles de qualitat. I la major part d’aquests votants són els nostres veïns, companys de feina, de vagó de tren.

Recuperar les paraules

El sistema no existe, los fantasmas no existen. Solo existe el miedo (…) No puede existir el sistema por encima de lo que la gente ve y sabe. El sistema solo existe cuando cerramos los ojos y nos quedamos ciegos. El sistema se desmonta a golpe de preguntas.
Per poder parlar amb la gent que té por de parlar s’han de recuperar les paraules. Paraules grans que tenen el contingut nosaltres vulguem donar-li. Sistema, Democràcia, Crisi, Plaça, Representació, Participació. Paraules que no podem escriure sense lletres, solucions que no podem proposar sense entendre els problemes.
En això estem. Decidint per on ha de sortir el Sol. Aquest és l’impacte real que ha tingut fins ara la Democràcia real, ja. Possibilitar que moltes persones puguin mantenir entre sí discussions que ens havíem deixat manllevar: rescats financers, models de ciutat, transport públic, atur juvenil, ajustament estructural, pensions de viudetat, reformes constitucionals.
Perdent la por a un ridícul que regalem a aquells qui pretenguin apropiar-se de les nostres paraules sense entendre que no es tracta de guanyar l’alcaldia el dia de les eleccions, sinó d’estar disposat a treballar amb una ciutadania que opina a cada pas del camí.
Vindran temps molt complicats, ens parlen de retallades i de sacrificis. No és casualitat que aquells qui ens ho proposen es presentin com el govern dels millors, per recordar-nos que nosaltres no som capaços d’entendre-ho, que no sabem llegir els seus documents, que no parlem idiomes, que no sabem què ens passa.
Aquesta setmana em descobert que el malestar és un bé comú que augmenta el seu valor amb cada ús, que es perfecciona compartint-lo, que els llibres són millors quan els comentes amb altres, que la màgia del poema està en la relectura, que
Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas
Malos


Defensar l’alegria

Ens preguntaran per què estem enfadats. Ens demanaran propostes concretes. Ens instaran a que adoptem una forma determinada. I a mi només se m’acudeix respondre que aquest moviment té una forma tan concreta com totes les persones que el conformen.
Té la cara i les mans de tots i totes les manifestants que s’han aturat a discutir a la plaça del seu poble i les orelles obertes dels qui el seguim de lluny i el multipliquem arreu del món.
La meva proposta és l’alegria.
De saber que jo no encaixo en el sistema perquè el sistema es tan petit que no em cap a dintre.
De tenir ganes de tornar a casa per veure què ha passat al meu carrer.
D’asseure’m a omplir un full blanc per explicar-te com n’estic d’orgullosa.
L’alegria de saber que ens equivoquem i ens excitem i ens desinflem i muntem tendes de campanya per després desmuntar-les. Benvolguts savis venerables, fa temps que sabem que els moviments s’acaben i les revolucions es perverteixen però no estem parlant d’això. No es tracta de materialisme històric sinó d’il•lusió sistemàtica. Estem parlant de
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.