6 d’ag. 2013

(que el día sea largo)



Hoy es el día en que al despertarte sabrás que no te queda ya más tiempo.
Hoy es el día en que el reloj avanza a machetazos abriendo el camino de vuelta.
Hoy es el día en que has pensado desde la primera vez que pisaste esta ciudad.

Olía áspera la humedad y era víspera de ramadán. Un desconocido te esperaba a la salida del aeropuerto y negoció el taxi hasta tu primera cama.
Hoy pasas lista a todas aquellas cosas que te gusta hacer en esta ciudad a esta hora del día, cuando caen el sol y los rezos.

Y lo que más te gusta es pedalear corniche abajo, dejando que el sol te lama la sombra, que los deportistas te miren y tú mirarles a ellos. Ellos corriendo de espaldas, ellos saltando en cuclillas, ellos moldeando el aire con coreografías de karate al viento.

Y llegar a esta hora del día a la orilla de la playa que abarca el horizonte en un paréntesis por escribir. Un sol de todos los colores al ritmo del muecín, a merced del rojo el violeta el azul el amarillo. A merced del olvido a machetazos por esta despedida.

Una despedida que has escrito mil veces en silencio ante cada belleza en cada esquina. Que se ha llevado el humo de los coches por las callejas cada vez que esta ciudad te ha enamorado. Una despedida que te pica en lugares recónditos, malditos mosquitos.

Y aquí, con la cerveza que te ha servido Salif, camarero eterno a quien nunca has dejado propina, escribes una vez más este sol que se duerme, una vez más, mientras en la playa se instalan, una vez más, las mesas y las parrillas y los enamorados de baratillo.

Ahora que sólo nos alumbran las velas en la mesa y las farolas entre los árboles, pasa un avión a peinarle las trenzas a las mujeres insomnes y a los gatos huérfanos. Los tejados le hacen cosquillas a los aviones a ras de suelo con el vientre lleno de ojos a pares.

Ojos con ganas de áfrica que verán lo que esta ciudad quiera darles, lo que sus ganas les permitan. Que intentarán tal vez en vano encontrarle palabras a este mar de lefa, a esta arena laborable, a este paréntesis hecho playa. Que queriendo atrapar el sol a ti te atrapa.

Las olas siguen rompiendo en blanco roto contra la ciudad y tú eres hoy tres ramadanes más vieja, dos colinas más alta, una ciudad más lejos.

Y todavía no has logrado escribirla como merece porque a esta ciudad no hay quien la escriba, apenas a vivirla alcanzamos.