Pienso en cómo debe hacerse una propuesta de libro, cuál es el formato más convincente, la mejor estructura. Le doy vueltas a cómo disponer las escamas de un pescado que no tiene ni raspas. Actualizo el inventario de ideas que se han quedado en el aire, intentando pescar la más prometedora. Ritual absurdo éste de ser ojeadora de mí misma en un partido jugado más allá del extrarradio.
Y mientras busco destellos de la gran novela catalana con visos de
relato generacional, el camarero me trae la cerveza que pedí hace un
rato. Una 33 fresquita y un platillo de cacahuetes. Así,
plantificada sobre la mesa, la botella de medio litro me tira de los
ojos hacia el mar que se extiende más allá de su perfil tostado. Y
se me van los adjetivos por delante para hacerle cosquillas a la
enjundia de este paisaje.
Una playa de ciudad al pie de la Corniche, varada entre las fauces de
un hotel de lujo y un parque de atracciones. Nada más sórdido que
este parque descolgándose sobre el Atlántico, robándole leguas al
mar y destripando el imaginario infantil de quién por ahí pase.
Y vuelvo a mirar el mar. Un mar happy hour. Por el precio de un azul cristalino te llevas el gris metal de media tarde, el azul petróleo de hace un minuto, el amarillo puerto de Londres que algún impresionista ha colado en mi retina y el blanco lefa de las olas del mar urbano.
Otro trago y de repente, una playa en floración.
A lo lejos, una silueta hace equilibrios sobre una tabla de surf.
Como una mosca ante un espejo, el surfero se da de bruces contra un
mar plano y reflectante.
Los pies sumergidos hasta el tobillo, un par de estudiantes hablan de
todo sin decir gran cosa para dejar que siga corriendo el aire entre
sus manos. Las olas en el rompeolas se arremolinan al ritmo de lo que
ellos piensan y no se dicen.
A primera fila, platea de arena, tres muchachos y dos señoras
siembran las mesas del merendero clandestino que sirve pescado a la
brasa de lo obstinado. A la brasa de lo que sucede en el paréntesis
de un hotel de lujo y un parque de atraccciones. Las mesas y sus
sillas, reposo de tísicos de salitre y desnutridos de horizonte,
puntúan la barrera entre el mar el fútbol la brasa y yo.
Antes que ocupen por completo el terreno de juego, diez tiarrones se
afanan en colar el balón entre las piedras que dibujan las
porterías. Una especie de liga de campeones descascarillada se
despliega sobre el terreno, dibujando estrategias de ataque
inspiradas en los jugadores que ya cruzaron el estrecho de las
retransmisiones por satélite. El banquillo de este estadio se yergue
en las neveras de picnic dónde las doñas guardan la mandanga
fresca. Zumos de colores y cocacolas en botella de cristal. Semejante
botín custodiado por las nalgas de un aprendiz de árbitro,
cancerbero en funciones, que vocea penaltis y espera que le dejen
entrar al rondo a ver si pilla algo.
Cerveza y a otra cosa. Más allá del mar las mesas el fútbol las
brasas y yo, suena el muecín de las mezquitas más cercanas. Y le
recuerda al mundo que ya pronto cae la noche y en cualquier momento
la muerte y la vida. Y los estudiantes con su remolino de hormonas y
hormigas se van hacia la residencia, no sea que luego digan que ya te
dije que dónde digo ni te cuento. Y las doñas, que no se inmutan,
prenden el fuego y sazonan los pescados de la última cosecha.
En el extremo derecho del paréntesis, el hotel de lujo enciende las
farolas del embarcadero privado. Las palmeras del recinto le
acarician el África tour-operada a algún matrimonio recién casado.
Apuro la cerveza y pienso en cómo escribir una propuesta de libro.
En el formato más convincente, la estructura de los capítulos. Y
lamento haberme quedado, de nuevo, atrapada en el brillo de las
escamas de este pez que ni raspas tiene.
3 comentarios:
Maravilhoso!!! Um livro à beira-mar, repleto de entrecruzadas, movido pelas espumas das ondas e todas as contradições da vida. Esse já é o formato do livro. Beijos!!!
M'ha agradat molt! Si vols escriure un llibre i tens dubtes, ves a l'aigua, que és curativa! ;)
tens tota la raó Albert ;) potser que ens posem a envasar l'aigua dels bassals de Castellví i ens deixem de llibres i d'hòsties!
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