3 d’ag. 2012

políglota

Vive en un mundo que no es suyo.
Le queda pequeño, se le aparece a borbotones, feo y desenfocado.
Desmesurado como oso en casita de muñecas, pretende servir el te, hacer las camas, peinarles el cabello a unas muñecas despintadas y estúpidas.
La lengua de las gentes le aburre. La toma prestada cuando no hay más remedio. Pero su idioma es el de las cosas.
Murmura palabras que sólo los muebles entienden. Domina el dialecto de las piedras y el de los clavos, con acento de madera de pino, deje de pintura acrílica, políglota de objetos.
Su movimiento sigue el ritmo de las paredes dilatándose, del pegamento de impacto, del hormigón armado.
Y a martillazos escribe poemas groseros para un mundo analfabeto.

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