No le sentaba bien la luz de media tarde. A contraluz el sol se tropezaba con sus arrugas mal maquilladas, con el rímel de las macetas y los mofletes cargados de carteles (responsable la empresa anunciadora). La sombra holgazana de primavera le acentuaba los pómulos y las esquinas pinchaban con el ahínco de un cactus bastardo.
De tanto mirarla a los ojos había olvidado su vientre caído, los talones agrietados, el culo descompensado. Tiempo atrás, el brillo de su pelo había sido tan poderoso que dejó de verlo en realidad. Le miraba la melena gitana por encima del recuerdo pasando por alto las puntas abiertas, tal era el afán de la memoria.
Le regaló parques como quien regala vestidos. La vistió de gala con céspedes fruncidos y ramblas palabra de honor. Era tan bella como una idea. No era joven, ninguno de los dos lo era ya, y sin embargo nunca antes se había descuidado. En las inauguraciones siempre había deslumbrado a propios y ajenos
Mirándola ahora, herida por la luz de media tarde, creía descubrir el secreto de su éxito: onomatopeyas coreografiando el baile de sus manos, la desmesura de sus rasgos atenuada con joyería fina, las rugosidades de su voz disfrazadas de ocurrencia.
Había deseado tanto descubrirla para siempre que olvidó las tuberías. Hinchadas por debajo de esa piel morena, se le habían ido anudando los trombos de las malas calles. Las manicuras adoquinadas se quedaban en nada ante la evidencia de su mala circulación.
Imperceptiblemente le puso pareo a su baños desnuda. Años atrás hubiera muerto por lamerle el hombro encalado y ahora desviaba la vista ante la evidencia de un balcón demasiado escotado. Se le habían adormecido los pezones bajo andamios de copa y empezaban a deshilacharse unas alpargatas pasadas de moda. Había intuido tantas veces su mirada bajo la sombra del sombrero…y ahora las terrazas desconchadas evidenciaban su mal beber.
Cuando la conoció una cerveza bastaba, pero un somelier prestidigitador le refinó el vicio. Ahora tragaba copas de barrica vieja con el ansia de una borracha poco discreta. Sofisticó los modales y ahondó el pozo sin fondo de su sed. La bien pagá de sus sueños siguió fumando negro más allá de lo prudente, asómandose el aliento de barrio por un alcantrillado de ortodoncia.
Acuchillada por un abril pendenciero, asomaba la mala reputación de una joven promesa reciclada en vieja dama. Una exmodelo venida a más que habían convertido en musa de antaño, a la que nadie se atrevía a mirar a los ojos. La seguían invitando porque su nombre estaba grabado en todas las listas pero ya nadie la escuchaba en las recepciones. No sabía retirarse a tiempo y más de una vez había tenido que pedirle un taxi.
Y hoy, con el café ya frío, el despecho tomaba cuerpo.
La había admirado desde la sombra de las comisiones presupuestarias. La deseó en los plenos municipales cuando no daban un duro por ella. La cubrió de flores en congresos de urbanismo. Adulándola en reuniones ejecutivas se le pasó el arroz. Y ahora que podía acariciarla con las ruedas de su coche oficial, a la muy puta se le había secado el coño.
Con crecido desprecio firmaba los proyectos de rehabilitación, extirpandole tumores de vieja gloria. Pagando la laca de sus moños de cupletista, remendando los bajos de prêt-à-porter caducados. Insinuando retoques cada vez más esperpénticos rellenaba baches con silicona, hinchaba bulevares marchitos, inyectaba botox en edificios emblemáticos.
A punto de escupirle el despecho sobre el escote, las arrugas del canalillo le conmovieron. Los codos opacos de esa vieja lunática le sellaban la boca. Le costaba tan poco tunelarla con martillos hidráulicos que se sintió cruel y enamorado.
Un inmigrante vendía flores. En argot oficial era un nuevo vecino, pero ella le llamaba Moha o Khaled o Pancho con el descaro de una pescadera. Desarmando la tolerancia demográfica de los técnicos municipales, le guiñó un ojo y reclamó una ofrenda floral.
Escogió la mejor rosa y se la prendió en el pelo.
3 comentarios:
m'encanten aquests jocs que fas de:
-los mofletes cargados de carteles
-ramblas palabra de honor.
-Las manicuras adoquinadas
marca un estil molt personal.
ole rubia! donant exemple, a veure si algú més s'apunta a dir coses.
Hay alguien ahí?
m.
No hay nadie aquí. No hay nadie en ningún sitio.
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