21 de febr. 2010

ordinales

En el ascensor comprobó tres veces el nudo de la corbata. En el andén del metro se frotó cinco veces la punta de los zapatos contra el bajo del pantalón. En el vagón se sacudió dos veces el pantalón. En la sala de espera se limpió seis veces las uñas antes y después de mordérselas. En el quicio de la puerta se arregló el flequillo una vez y media (una para peinarlo y media para despeinarlo).

Los primeros días siempre son desconcertantes.

Había sacado unas oposiciones indeterminadas para cubrir una plaza en la administración local. Sin pretensiones ni sobresaltos. Con catorce pagas y material fungible.

Departamento de Asuntos Temporales*. División de registro. Oficina de mantenimiento.

Una mujer de pelo borroso y voz estridente se apresuró a depositarlo en la que en adelante sería su mesa, pero mejor que no se acostumbre porque él sería lo que llamamos un agente externo. Pero ya se lo contará el coordinador. Entre tanto aproveche para aclimatarse al ritmo del departamento. Bienvenido.

Durante ocho días y cuarto organizó siete veces el cubículo. Desorganizó tres veces la superficie de la mesa, dos veces los cajones y una vez la distribución y contenido de los post-it en la mampara que delimitaba sus dominios. Al volver de la pausa-café el noveno día encontró una nota citándolo en el despacho el señor coordinador, primera planta quinta puerta a la izquierda llame dos veces antes de entrar.

Seré breve. No hay tarea irrelevante. Cuando se trata de Asuntos Temporales todo tiempo es poco. Como agente externo de la oficina de mantenimiento es usted portador de una gran responsabilidad. Su cometido, si es usted eficiente, será imperceptible. Sea usted invisible, sea constante, sea obstinado, sea equilibrado. Sea minuto, sea tic, sea hora, sea tac, sea en punto, sea tic, sea segundo, sea tac, sea menos cuarto, sea tic, sea...creo que ya se hace usted una idea.

El decimosegundo día se estrenó en la calle. Armado con un mapa, una tarjeta de transporte público, un cronómetro, un cuaderno, un lápiz, una grabadora y un itinerario marcado en azul, atacó el distrito quinto.

En primer lugar registró todos relojes públicos (entiéndase por reloj público todo aquel dispositivo de medición temporal ubicado en la vía pública o cuya orientación, iluminación o sonido permitan percibirlo desde la vía pública). En segundo lugar comprobó su funcionamiento y concordancia con la hora oficial en el meridiano adecuado. En tercer lugar abrió diligencias en los casos de paro o descompensación grave, sirvan los siguientes expedientes como muestra:

R10/16-17: Centro de Educación Infantil y Primaria Segundo Rosas. Hora registrada 16.23h, hora oficial 16.05h. Se constata un adelanto reiterado, según fuentes vecinales, en el lapso entre 16.00h y 16.30h. Siempre en días laborables (nunca en fin de semana o días feriados). Portavoces del claustro subrayan que el fenómeno se acentúa al coincidir con clases de ciencias y se desvanece en caso de sesiones de educación física y recreos.

E27/12-06: Iglesia de San Pablo. Hora registrada 20’20h (cinco semanas sin variación). Se inicia una investigación exhaustiva en el centro religioso y aledaños. Tras establecer controles de acceso al templo, registros de usuarios e infiltrar agentes de incógnito se incluye trascripción de las declaraciones de un testigo presencial:

- Mujer, 76 años: “pues era una niña monísima, la verdad, aseada, se la veía una niña sana. Me fijé por el contraste, él parecía un desarrapado, un bohemio que decíamos en mi época. Se sentaron en el banco que queda justo al lado de la verja que puso el padre Ramiro porque se llenaba la puerta de pedigüeños y de maleantes, que esto ya no es lo que era. En fin que estaban hablando y no vaya usted a pensar que soy una cotilla, joven, pero de casualidad oí algunas palabras sueltas. Se me estropeó la vista pero conservo muy bien el oído, no se crea. No puedo seguir así, le dijo él. Ella tardó en articular palabra. Entonces ya está?, preguntó ella. Y no sabría decirle que pasó luego, ya le digo que oír oigo a las mil maravillas pero no veo tres en un burro. Pero ya sabe como es eso, joven, un resorte que se suelta cerca del esternón y silencio, mucho silencio.”

En cuarto lugar volvió al despacho para introducir los códigos de los expedientes en el directorio del distrito. En quinto lugar guardó el mapa, la tarjeta de transporte público, el cronómetro, el cuaderno, el lápiz, la grabadora y el itinerario en sus correspondientes cajones. En sexto lugar apagó el ordenador. En séptimo lugar se puso el abrigo. En octavo lugar se dirigió a la salida y fichó conforme abandonaba el edificio.

En noveno lugar subió al autobús. En décimo lugar bajó una parada antes. En undécimo lugar se fijó en las motas de sol sobre los adoquines. En duodécimo lugar se dio cuenta que ya había llegado a su portal. En décimo tercer lugar saltó lo escalones de uno en uno, de dos en dos, de tres en tres, hasta el cuarto segunda. En décimo cuarto lugar abrió la puerta. En décimo quinto lugar se quitó el abrigo.

En décimo sexto lugar se deshizo del reloj.
En décimo séptimo lugar la llamó por su apelativo cariñoso.
En décimo octavo lugar la asustó sin querer, no te he oído llegar.
En décimo noveno lugar se besaron.

En vigésimo lugar pedieron la cuenta.



* web oficial: http://oficinanacionaldeasuntostemporales.com/

3 comentarios:

cachivache ha dit...

niña,
un maniático de lo temporal vive en tu mismo piso. Yo iría con cuidado y taparía los relojes. Que la vista la tengo nublada, pero el sentido común afilado como la punta de un lápiz.

Anònim ha dit...

I que bonic que bonic m'he dit! molt divertit Marteta. Ja estic preparant la versio teatral!
una petonas

Anònim ha dit...

¡Caramba Marta me has provocado regomeyo con tanta medición del tiempo! Y me ha gustado mucho leerte.

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