Era demasiado guapa para ser puta. Ojos grises, cabello de seda, piel por estrenar.
Le sobraba talla para ser modelo. Pechos de pueblo, piernas de barrio, labios de pan.
Le faltaba interés para ser actriz. Ganas de calle, ansia de gentes, memoria de pez.
Le pesaban las calles de su pueblo. Demasiado pequeño para crecer, demasiado corto para correr, muy lejano para el retorno.
Se le caía la casa encima. Pocas habitaciones para la soledad, mucha gente para el silencio.
Se le manchaba el pasaporte. Verde dinero en el país de los rojos, rojo pobreza en el país de los ricos.
Se mareaba en la ciudad prometida. Calles estrechas para tanto culo, suelos de frío para tantos pies.
Se le secaban los vasos con tanta sed. manhattan sin torres, san francisco sin alcohol, ginebra sin copa, whisky de garrafa, cazalla de ajo, vino de cartón.
Era demasiado cara para sus clientes. Hooligans de fin de copa, ibéricos de mercadillo, tuaregs sin desierto, jubilados de domingo, divorciados de fin de año, solitarios de diario.
Era demasiado ruido para tanto silencio. Acento circunflexo en tierras de eñe, hache sonora en calles de e neutra, alfabeto cirílico en tiempos binarios.
Era demasiado guapa para ser puta. Ya no lo es.
* Ilustración de Álvaro Sobrino
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