24 de nov. 2009

sirenas de mercado




Roser tiene los ojos ahumados y la piel severa. Su torso se recorta por encima de coles y acelgas, sirena de mercado mitad mujer mitad vegetal. Desde su pedestal lanza miradas azules por los pasillos, nada se escatima en casa de pagès, mil rostros se cuecen a fuego lento.
Rodeada de vendedoras que prometen la luna en forma de ciruela y cobran esperanzas pochas a precio de oro, Roser nunca levanta la voz. Una voz albina igual que sus pestañas, ofertas de temporada tras la sonrisa velada de sus gafas.
Què serà avui reina? Pregunta una y mil veces con descanso el lunes para trabajar el tros y tender la ropa. Com estem Àngels, fa temps que no et veia. El mismo tiempo que ha tardado en nacer su nieto, en época de cítricos y setas primerizas.
Àngels sonríe con las cejas pesadas y la bolsa llena de pescado. Tiene la voz cansada y responde con evasivas precocinadas. La vida noia, la vida. Mientras sus manos reparten la verdura de otra clienta, registra las arrugas nuevas en la cara de Àngels. Al otro lado del mar de verduras esperamos la vez repasando listas de la compra. Puerros un kilo de tomates cuatro cebollas de figueres siete manzanas una por día berenjena no tienen lechuga maravilla zanahorias media calabaza para hacer crema nabos para el caldo.
De las entrañas heladas del mercado emerge Pere. Hace tres meses que le sonríe a las acelgas y a las clientas con dientes nuevos. Con los suyos y los de su hijo cosechado entre mandarinas. Guarda en el móvil doscientos gramos de risas de su niño cítrico y Roser almacena bajo el delantal un foto de su nieto de otoño. A todas nos han enseñado los hoyuelos del pequeño, iguales a los de su hijo, iguales a los de su padre. Àngels todavía no los ha visto y le sabe la voz a brécol cuando oye los politonos balbuceantes del bebé. La bolsa de pescado en el suelo y las manos aferradas al billetero.
De quin mes és? Traga saliva espesa. Com el meu Andreu. Sopa de cebolla. N’hagués fet trenta-sis. Sofrito de ajo.
Roser huele el ajo requemado tras los párpados de su clienta. Se acerca a su lado del mostrador, dónde las frutas de temporada. Ja has provat les pomes? Escoge una mitad roja mitad amarilla, moteada como las manzanas de antes, opaca con la honestidad de las manzanas de huerto. La frota contra su delantal para limpiarle la tierra y sacarle los colores .
Àngels muerde. Afloja las uñas. Mastica el ruido de fruta fresca. Relaja las cejas. Traga el sol que tomó su manzana. Sonríe. Un poco.
Molt bones, Roser. Molt bones.


Il·lustració de Mercè Rocadembosc

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