12 de gen. 2010

siento

























Estoy empapada, calada hasta los clavos. Llueve llueve llueve en esta esquina. No sé dónde estoy y la gente pasa. Se me está escarchando la dignidad y el barniz.

Llevo tiempo arrinconada. Murió Plàcida y la casa quedó vacía. Se esfumó el guiso añejo, volaron sus canciones perdidas. Se sentó su culo de mal asiento sin contar conmigo, erguida en mi pena.

Se me erizaban las fibras con el roce de su falda, remolino blanco contra mi piel frotaba su intimidad contra la mía. El calor de su espalda contra la mía. El vacío entre mi piel y sus nalgas, el puzzle inacabado de nuestros cuerpos. Sus brazos pesados sobre mis brazos alzados, atrevidos, siempre dispuestos a sujetar su pensar, su cansancio.

Y mis aristas por pulir erosionadas con su reposo, romas a base de tardes de costura. Y su ausencia marcada en los huecos de mis carnes.

Sentada sobre mi misma me hallo inútil si no la siento. Incómoda en esta calle nocturna.

Taconea una mujer al otro lado de la esquina. Siento el deseo que recorre sus piernas, llena sus ojos cansados. Escruta mi silueta bajo el farol, me agarra por los brazos y

Se sienta.


*Ilustración de Juan Cardosa

2 comentarios:

Las cuatro patas ha dit...

Redondo como el culo de Plàcida ¡Menudo objeto perdido!

marta vallejo herrando ha dit...

tomen asiento y sigan leyendo!

ps. ella no lo cuenta, però a plácida se la acabo poninendo el culo flácido ;)


m.

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