Existen, cuando cae el sol, aristas
invisibles sobre el mar.
Nudos escondidos bajo las olas que
arremolinan el mar contra la huella de las rocas que la
erosión ya ha deborado.
Y el mar, viejo de costumbres, persiste
por costumbre en atizar su infantería de oleaje contra el peñón
que fue algún día.
A esa hora en qué el mar es un espejo,
me devuelve el reflejo de la isla que hemos sido.
Disuelta bajo el agua, camino de alguna
orilla al otro lado del charco.
Toubab Dialaw. 2012