21 de set. 2010
abrigo
Ha empezado el invierno y nadie lo sabe. Sólo ellos, en las esquinas, se han preparado para afrontarlo. Han reclutado un ejército de enanos para cortar leña bajo el sol, enanos taciturnos que hacen acopio de provisiones por si refresca.
No se lo digas a nadie pero el invierno ya llegó. Se ha empotrado en el reverso de las hojas, en el tallo de las flores, trenzado en las olas que llegan de ultramar.
Un frío pendenciero ha llegado y se encuentra entre nosotros.
Sólo ellos lo saben y no nos van a invitar a menos que traigamos los bolsillos llenos de carne fresca de risas nuevas de huesos por quebrar. Pues de ellos se alimentan. A dentelladas comen niños.
Hombres del saco abrigados ante un invierno por construir. Se adhieren a las paredes y nos observan, vigilantes. Escondidos tras los muros del silencio compartido compran enanos a precio de saldo. Mano de obra en miniatura para construir palacios de hielo que derritan el futuro.
Disfrazados de invierno pronostican nevadas imposibles y enfrían los sueños de quienes abrigan esperanzas.